Todos nuestros productos tienen una vida útil, la que corresponde al período durante el cual un dispositivo se puede usar de manera eficiente, sin que se vuelva obsoleto o necesite reparaciones importantes.
En este artículo, discutiremos la obsolescencia a través del prisma del software. ¿Cómo pueden afectar las aplicaciones y programas que instalamos en nuestros computadores o smartphones, la vida útil de nuestros dispositivos? ¿Cómo se puede asociar esto, en algunos casos, a la obsolescencia programada? Como veremos, las aplicaciones, a priori abstractas, tienen efectos muy concretos en nuestros dispositivos y en el impacto ambiental del sector digital.
Obsolescencia programada
La obsolescencia se refiere al fin de la vida útil de un dispositivo, servicio o producto. Ya sea porque ya no funciona, porque ya no se pueda reparar o porque ya no es capaz de satisfacer las necesidades de las personas que lo utilizan.
La obsolescencia programada se produce cuando se decide deliberadamente, durante el proceso de creación del servicio u objeto, que después de un cierto tiempo o uso, el producto dejará de funcionar.
Un ejemplo muy concreto es el de las ampolletas. A principios del siglo XX, había muchos prototipos de ampolletas eléctricas que tenían una gran duración. De hecho, uno de esos prototipos está encendido desde 1901. Pero a los fabricantes, esta situación no les acomodaba necesariamente. Es por esto que decidieron unirse y declarar que las nuevas ampolletas no deberían durar más de 1.000 horas en promedio. De esta manera, las empresas podían asegurarse que tendrían un flujo constante de demanda. Otro ejemplo más reciente es lo ocurrido con algunas impresoras Epson, las que fueron programadas de tal manera que luego de imprimir un cierto número de hojas, la impresora dejaba de funcionar.
La reparabilidad ayuda a combatir la obsolescencia. Por ejemplo, los computadores de escritorio suelen ser más fáciles de reparar: las piezas se pueden reemplazar o agregar, especialmente si hay falta de espacio en el disco duro. Esto ayuda a prolongar la vida útil del computador ya que evita que se vuelva más lento. Pero, ¿por qué con el tiempo nuestros computadores se ponen cada vez más lentos? Esto lo veremos en el resto de este artículo.
El vínculo entre el software y el hardware
Cuando un programa o aplicación, que es necesaria para un o una usuaria, ya no funciona en un computador o teléfono inteligente, y si el aparato no se puede extender, por ejemplo, agregando memoria RAM, el dispositivo se vuelve entonces obsoleto para esa persona. Lo mismo ocurre con los sistemas operativos. Esto se debe a que una actualización puede conducir a un mayor consumo de recursos luego de que la actualización haya sido instalada, haciendo que muchos computadores y teléfonos inteligentes puedan quedar obsoletos de la noche a la mañana, simplemente por una actualización. Esta situación contribuye claramente a la obsolescencia de los aparatos, pero también plantea un problema respecto a la brecha de acceso a la tecnología.
Efectivamente, para disminuir la brecha de acceso, varias organizaciones recolectan y reacondicionan computadores usados, y luego los distribuyen a personas que no podrían comprarlos de otra manea. Lo que permite disminuir las barreras de acceso a la tecnología y, además, reducir la contaminación asociada con la fabricación de nuevos dispositivos. Sin embargo, es probable que estas computadoras no satisfagan, a mediano plazo, las necesidades cada vez mayores de las aplicaciones y programas que las personas necesitan usar. Esto plantea preguntas importantes sobre la viabilidad a largo plazo de estas soluciones.
Actualizaciones
Las actualizaciones representan un primer tipo de obsolescencia. Cuando se desarrolla un programa o servicio digital para satisfacer una necesidad específica, como enviar mensajes o compartir fotos, se lanza en una versión inicial (1.0.0) que luego se pone a disposición de los usuarios. Estos proporcionan comentarios que ayudan a identificar problemas, agregar funciones y corregir vulnerabilidades de seguridad. Como resultado, es necesario realizar modificaciones periódicas para garantizar la calidad y la seguridad del producto.
Hay tres razones por las que se pueden realizar actualizaciones: para solucionar problemas o errores, para agregar nuevas funciones o para corregir vulnerabilidades de seguridad. Sin embargo, estas actualizaciones se realizan bajo la suposición de que el hardware en el que se ejecutan es cada vez más eficiente, lo que puede llevar a no preocuparse de la cantidad de recursos necesarios para ejecutar el programa una vez actualizado. Además, las nuevas funciones instaladas no se explotan en todo su potencial o son superfluas para quienes utilizan el software. Como resultado, el software aumenta su peso y consumo de recursos sin ofrecer ningún valor añadido real. Esto es parte del fenómeno de bloatware o de softwares inflados.
Esta es una de las razones por las que un teléfono inteligente tiende a volverse cada vez más lento con el tiempo, a medida que se instalan aplicaciones y se realizan actualizaciones de esas aplicaciones y del sistema operativo, todo el software usa más y más recursos. Al final, el teléfono inteligente dejar de funcionar, ya sea debido a que la batería que se agota rápidamente, a la falta de memoria disponible o porque es excesivamente lento.
¿Qué hacer?
Los usuarios tienen poco control sobre este fenómeno. Podemos elegir cuidadosamente qué aplicaciones instalamos y desinstalar las que ya no usamos. Podemos, si el teléfono lo permite, añadir una tarjeta de memoria externa para almacenar archivos, o transferir documentos y fotos a un computador o disco duro externo. Por último, podemos borrar elementos superfluos para liberar espacio.
Por parte del equipo de desarrollo, una de las soluciones que se están considerando es ofrecer actualizaciones opcionales. Si bien las actualizaciones de seguridad son necesarias y obligatorias, las actualizaciones de funciones pueden ser opcionales para evitar que los dispositivos se vuelvan más lentos. Sin embargo, esto es más complicado en términos de mantenimiento, ya que los desarrolladores tienen que gestionar y mantener varias versiones diferentes. Quizás el enfoque más simple es que, al desarrollar aplicaciones y programas, se debería tener en consideración, tanto los dispositivos más nuevos con más recursos, como también los dispositivos más antiguos o reacondicionados, para así prolongar su vida útil.
El efecto moda
Un segundo tipo de obsolescencia es el efecto moda. Al igual que en la industria textil, las nuevas colecciones incitan al público a comprar nuevos productos. Las empresas aprovechan este deseo de novedad lanzando regularmente nuevas versiones de aplicaciones, software, teléfonos y dispositivos informáticos. A veces incluso ofreciendo “falsas” novedades, como un teléfono con una cámara ligeramente mejorada, pero que realmente no justifica una nueva compra. En este contexto, el marketing desempeña un papel importante a la hora de incitar a los clientes a sustituir sus objetos y al ser o no transparentes respecto a los reales cambios en las nuevas versiones.
Dependencia de software
El tercer tipo de obsolescencia se produce cuando se depende de un software que ya no es mantenido. Esto significa que no hay correcciones de errores, nuevas funciones o soporte técnico y de seguridad disponible. Esta situación puede deberse a la quiebra del equipo o empresa que estaba desarrollando el programa o al hecho de que el software no era rentable y, por lo tanto, fue abandonado.
La falta de actualizaciones, especialmente de seguridad, hace que el producto quede inutilizable porque ya no es seguro, lo que abre brechas de ataque para las quienes lo utilizan. Esto ha ocurrido en el sector del IoT, donde han surgido una multitud de fabricantes y nuevos productos, como enchufes inteligentes y cámaras conectadas. Algunas de estas empresas quebraron, dejando sus productos sin actualizaciones de seguridad. De este modo, sus objetos conectados se han convertido en objetivos vulnerables, y por lo tanto, obsoletos.
La discontinuación de las actualizaciones no solo está relacionada con problemas financieros, también puede ser el resultado de una decisión deliberada de la empresa, como es el caso de las versiones antiguas de Windows. Con el tiempo, versiones como Windows XP ya no tienen soporte técnico. Esto plantea un problema importante, ya que el sistema operativo Windows es esencial para que la computadora funcione. Si una versión ya no es técnicamente compatible y ya no recibe actualizaciones de seguridad, el equipo se vuelve vulnerable a los ataques. Para remediar esto, es necesario actualizar a una versión más reciente, como migrar de Windows 7 a Windows 10. Sin embargo, como mencionamos, esta actualización a menudo requiere más recursos, lo que puede hacer que el computador se vuelva más lento o inutilizable. Incluso más, es posible que la computadora simplemente no sea compatible con el nuevo sistema operativo.
En resumen, cada vez que se impone una actualización del sistema operativo, los usuarios se quedan sin una alternativa, lo que conduce a la obsolescencia de muchos dispositivos debido a la incompatibilidad del software.
Frente a este fenómeno, existen alternativas, como las versiones más ligeras de Linux que podrían permitir que se sigan utilizando los computadores más antiguos. Pero, ¿puede el público en general instalar una versión de Linux, usarla y mantenerla a medio plazo? Quizás sí, quizás no, pero para quienes no pueden, no basta con decir que existe una alternativa, también debe ser práctica y funcional para que así sea realmente útil para el mayor número de personas posible.
La evolución de los formatos
El cuarto tipo de obsolescencia es cuando cambian los formatos. En la década de 1990, los disquetes eran el formato para transmitir archivos entre dos computadoras, y luego llegaron los CD y los pendrives. Como resultado, los lectores de disquete y de CD han desaparecido en los nuevos dispositivos.
Pongamos otro ejemplo: si una aplicación de mensajería entre smartphones, como WhatsApp, realiza una actualización que cambia el formato de los mensajes de texto, solo los usuarios de las nuevas versiones podrán leerlos. Esto dará lugar a una actualización forzada, ya que quienes utilicen la versión anterior ya no podrán comunicarse con los usuarios de la nueva versión. Este fenómeno es un ejemplo del tipo de actualización forzada que comentamos anteriormente.
La incompatibilidad de los controladores
El quinto tipo de obsolescencia se refiere a la falta de controladores de los equipos más antiguos. Pero, ¿qué es un controlador? Es un programa que permite conectar un computador a un dispositivo externo, como un mouse, una webcam o un micrófono. El controlador, o piloto, desempeña un papel vital a la hora de explicar al computador cómo interactuar con el dispositivo, traduciendo la información intercambiada entre ellos para que puedan “hablar” el mismo idioma. En otras palabras, proporciona las instrucciones necesarias para que el computador entienda cómo funciona el dispositivo. Sin embargo, esta compatibilidad depende en gran medida de las versiones del software en el computador y del propio dispositivo.
A menudo, estos controladores están diseñados solo para los modelos más nuevos. Por lo tanto, si tengo un micrófono antiguo, es posible que no haya ningún controlador disponible para las versiones más recientes de Windows. Entonces, si me veo obligado a actualizar mi sistema, este micrófono se vuelve obsoleto, porque ya no podré usarlo.
Obsolescencia premeditada
Algunas actualizaciones utilizan más recursos sin ninguna necesidad real, o simplemente para cambiar la forma en que funciona el dispositivo, para que estos se vuelvan obsoletos o sus cualidades bajen. Dicho de otra forma, se trata simplemente de obsolescencia programada. Un ejemplo clave de este fenómeno ocurrió hace un par de años. Quienes tenían iPhones 6 y 7 y que actualizaron la versión del sistema operativo a la versión IOS 10.2.1, notaron rápidamente que sus iPhones se habían puesto muy lentos luego de la actualización. Apple se defendió diciendo que la caída de la velocidad del teléfono fue premeditada, para proteger a los usuarios y evitar que la batería se agotara prematuramente.
Las razones de estas obsolescencias
Pero, ¿por qué las empresas buscan establecer una cierta obsolescencia de sus softwares? Hay varias razones para este fenómeno. En primer lugar, anticipar el final de la vida útil de un producto permite a las empresas controlar mejor el flujo de la demanda. Esto permite a los proveedores de software garantizar una venta continua de licencias o productos digitales, sabiendo que las versiones anteriores se volverán obsoletas y que el costo de actualización de los productos digitales suele ser muy alto. En segundo lugar, esta estrategia puede ayudar a reducir los costes de mantenimiento, ya que el soporte de software es complejo y caro, y la gestión de múltiples versiones lo es aún más.
Esto hace que a veces sea más fácil para la empresa decidir disminuir el soporte técnico y centrarse en la carrera de funciones. Es decir, crear nuevas funciones que sobrecargan los productos o soluciones y consumen más y más recursos. Bajo esta lógica, las empresas tienen un solo objetivo: demostrar que están progresando. No importando la dirección ya que lo principal es “avanzar”.
Detener la obsolescencia programada
¿Qué se puede hacer? En la mayoría de los casos, la obsolescencia es el resultado de la falta de soporte técnico. Afortunadamente, en el mundo del software, existe el código abierto. Esto permite, bajo ciertas condiciones, poder ver, leer, modificar y redistribuir el código fuente del software. Esto significa que estos recursos son de libre acceso, a diferencia de los códigos privados de las empresas, lo que dificulta su comprensión.
La fortaleza de esta solución radica en el hecho de que no se depende de una sola entidad para mantener el programa, si no que se basa en una comunidad, voluntaria o remunerada, que garantiza la sostenibilidad del software. Si volvemos al ejemplo del micrófono antiguo: cuando es necesario utilizar dispositivos externos, los controladores son imprescindibles. Sin embargo, si las interfaces de estos dispositivos no son abiertas, los usuarios se vuelven completamente dependientes de la empresa para el desarrollo de controladores que permitan la comunicación entre el dispositivo y el computador. Si el computador es demasiado viejo, es probable que la empresa no desarrolle un controlador para ese modelo, lo que impide que se use el dispositivo. Al contrario, si el dispositivo es antiguo pero la computadora es nueva, también puede ser que no haya ningún controlador disponible, lo que hace imposible usar el dispositivo.
Si las interfaces son abiertas, es posible crear estos controladores de forma independiente, liberando a los usuarios de la dependencia de la empresa y permitiéndoles utilizar sus dispositivos electrónicos durante más tiempo.
Este es un solo ejemplo de cómo las soluciones de código abierto representan una alternativa real a la obsolescencia del software, ya que en definitiva, permiten desarrollar programas adaptados a varios tipos de dispositivos, incluidos aquellos que ya no interesan a empresas privadas. Por ejemplo, los sistemas operativos como Linux ofrecen versiones ligeras que permiten que los computadores más antiguos sigan funcionando sin dejar de beneficiar de las actualizaciones de seguridad, lo cual es esencial. Sin embargo, para que esta alternativa sea realmente efectiva, la comunidad debe estar activa y abordar cualquier problema de seguridad que pueda surgir. Esto puede variar dependiendo de los tipos de software involucrados.
Conclusión
Aunque el software es “intangible”, tiene un impacto directo y significativo en la vida útil de los dispositivos en los que opera. Este fenómeno debe tenerse en cuenta durante el proceso de desarrollo, con el fin de minimizar los impactos ambientales del sector digital. Por lo tanto, no basta con prolongar la vida útil de los dispositivos, deben poder seguir siendo utilizados correctamente. Esto implica la necesidad de crear software ecodiseñados.
La mayor responsabilidad recae en las empresas y organizaciones que desarrollan el software, ya que tienen el poder de decidir qué dispositivos serán compatibles con sus productos. Como usuarios y usuarias, hay prácticas que podemos adoptar para prolongar la vida útil de nuestros dispositivos, como desinstalar aplicaciones que no usamos y transferir fotos y videos a otros medios para liberar espacio.
Optar por alternativas de código abierto también puede ser una solución cuando ciertos programas ya no están disponibles, aunque esto solo ofrece una extensión limitada de la vida útil de los dispositivos. Esto se debe a que la obsolescencia se manifiesta con cada actualización que instalamos y, por desgracia, muchas veces es necesario aplicarlas para evitar que nuestros dispositivos se vuelvan vulnerables.
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